Si bien es cierto que la terapia electroconvulsiva puede ocasionar efectos secundarios, también es posible contrarrestar los efectos de distintas enfermedades cuando se siguen los protocolos adecuados.
Según información de la Clínica Mayo, este tipo de tratamiento alivia los síntomas más severos de diversos trastornos de salud mental.
Entre ellos, destaca la depresión grave cuando afecta a la par de una psicosis, conductas suicidas o en pacientes que se niegan a comer.
Igualmente, es útil cuando los cuadros de depresión grave son resistentes ante los tratamientos y medicamentos comunes; en casos de manía grave producida por el trastorno bipolar; catatonía; o en personas con demencia que atraviesan una etapa de agresión.
¿Cómo funciona la terapia electroconvulsiva?
La terapia electroconvulsiva es un tratamiento en el que se le suministra a los pacientes pequeñas descargas eléctricas hacia el cerebro.
Este proceso tiene la finalidad de provocar convulsiones breves para cambiar la neuroquímica del cerebro, revirtiendo así, los efectos de afecciones mentales.
Sin embargo, es importante mencionar que las personas deben estar bajo anestesia general para que no sufran ninguna clase de daño colateral.
En este sentido, los pacientes han de pasar evaluaciones psiquiátricas, exámenes físicos, análisis de sangre, electrocardiogramas y demás pruebas antes del tratamiento.
Posibles riesgos del procedimiento
Entre los posibles riesgos que conlleva este tipo de procedimiento, se encuentra la confusión, que puede durar desde algunos minutos a varios días.
La pérdida de la memoria también es una complicación común, al igual que efectos físicos como náuseas, dolores musculares, de cabeza o en la mandíbula.
No obstante, gracias a la tecnología actual en medicina, y los protocolos de seguridad en ambientes controlados, esta terapia puede ser más segura y eficaz.