¿Qué entendemos por capitalismo?


Nuestro entorno económico está marcado por el capitalismo, al igual que la sociedad, la educación e incluso el ocio y la vida privada. Pero, ¿Qué es exactamente el «capitalismo»?

La variedad de formas de capitalismo

¿Qué es exactamente el capitalismo? Varía totalmente según a quién se le pregunte. Muchos pensadores han intentado definir el término desde su creación, con resultados muy dispares. Además, en su forma más pura, el capitalismo no existe. Evoluciona y cambia con el tiempo, adoptando diversas formas y fases.

En Norteamérica, el capitalismo anglosajón difiere del europeo. Y, una vez más, existen distintas variedades de capitalismo en Europa, como el «capitalismo renano» en Alemania. Desde hace varios años, ha surgido un nuevo tipo de capitalismo en China, Brasil e India: el llamado capitalismo de Estado.

Fundamentos importantes

El capitalismo no tiene que ver fundamentalmente con el dinero, ni con el comercio o los mercados. Todo existe desde hace mucho tiempo. El capitalismo, en cambio, es un sistema económico y social integral con características específicas que necesita para funcionar.

Su objetivo es el crecimiento. Cada vez se pueden crear más bienes y servicios gracias a las aportaciones tecnológicas y a las inversiones. La mayor parte del dinero utilizado, así como las fábricas y las máquinas, son de propiedad privada.

Globalización
Globalización y capitalismo. Foto por Steve Buissinne en Pixabay.

La economía, dominada por las grandes empresas, se rige de forma descentralizada y a través del mercado. El gobierno sólo interviene cuando es realmente necesario, como cuando se trata de cuestiones sociales o de legislación sobre la competencia.

Unos buenos salarios y unos sindicatos fuertes que los hagan cumplir son también pilares cruciales sin los que el sistema capitalista no puede funcionar. Los empleados también deben beneficiarse, lo cual es fundamental. Al fin y al cabo, no habría mercados para las materias primas si no existieran.

Durante una huelga de productos básicos organizada por el sindicato IG Metall, los sindicalistas se reúnen en una plaza.

Unos sindicatos fuertes garantizan que los trabajadores también se beneficien.

Cuando el capitalismo apareció por primera vez en el norte de Inglaterra a mediados y finales del siglo XIX, pasó prácticamente desapercibido. Los altos niveles salariales de los trabajadores eran uno de los criterios que requería para prosperar. Aseguró que los textiles de Inglaterra ya no podían competir a escala mundial. Por primera vez, el costoso uso de la tecnología para aumentar la productividad y superar a la competencia extranjera estaba repentinamente justificado.

Este avance fue posible gracias a nuevas tecnologías como el telar mecánico, la máquina de hilar mecánica y la máquina de vapor. También se invirtió en infraestructuras, como en la creciente red de ferrocarriles y la construcción de canales y carreteras.

En esta ilustración se muestra una antigua máquina de vapor.

La máquina de vapor fue el motor de la nueva tecnología.

A pesar de que la economía iba en aumento, se estaba formando un desequilibrio en Inglaterra: la gran mayoría de los trabajadores era cada vez más pobre. La razón de ello era la falta de un pilar fundamental del capitalismo: los sindicatos que representan a los trabajadores.

Sólo su creación y sus presiones garantizaban que los trabajadores se beneficiaran también, que el nivel de vida mejorara y que la economía se estimulara aún más.

En 1929, el capitalismo se enfrentó a su crisis más grave: la caída de la bolsa el 24 de octubre, apodada «jueves negro», desencadenó una catástrofe económica mundial en Estados Unidos.

Años de aumento de la productividad y la rentabilidad habían precedido a esta situación, mientras que los salarios en Estados Unidos permanecían estancados. Como resultado, el mercado de ventas disminuyó, y los propietarios de empresas se encontraron con su dinero en efectivo.

Al problema de los bajos salarios se unió ahora un segundo problema: los propietarios de capital comenzaron a especular y a expandir su dinero en el mercado financiero de forma casi incontrolable, hasta que el castillo de naipes de las ganancias falsas y la especulación se vino abajo.

Como resultado, se produjo una catástrofe económica mundial de varios años. Ya entonces era evidente que el capitalismo depende de un Estado fuerte y, en algunos casos, de la regulación.

La caída de la bolsa en Estados Unidos marca el inicio de la crisis económica mundial.

¿Qué pasará después?

Durante décadas, el capitalismo resiste la crisis y se regula más. Sin embargo, al desaparecer el comunismo «competidor» a finales de los años 80, la situación volvió a cambiar. Países antes socialistas como Rusia y China pasaron a tener economías capitalistas.

Los Estados capitalistas occidentales recurrieron a la desregulación para eliminar las barreras al crecimiento. Se inició una nueva fase, conocida como «turbo-capitalismo».

Y, mientras los mercados financieros ofrecen fantásticos rendimientos, la economía real sigue estancada, los salarios siguen siendo bajos y la brecha de riqueza entre ricos y pobres sigue aumentando.